Hubiera querido llamarte, felicitarte, tenerte delante, darte un achuchón, decirte cosas al oído, susurrarte, sonreírte... pero sólo he podido mandarte un par de mensajes. Sé que tú, que sabes quién eres, te has dado por enterado, por felicitado y por abrazado. Aunque sé que no debía abrazarte ni susurrarte ni decirte cosas al oído... pero hoy estaba contenta, tan contenta que no he pensado y que esa barrera que tú decías un día y que yo creo no haber empezado siquiera a levantar me la he saltado. Sí, lo sabes: mi sobri está... está, que no es poco, y está con buenas noticias. Y, créeme, esta es una razón más para no olvidar el día de tu cumpleaños.
No te lo voy a decir. Pero tú lo sabes...
Palabras ¿sin sentido?
A veces en caliente, a veces en frío, pero siempre escritas desde un corazón que no deja de sentir(te)
martes, abril 24, 2012
domingo, abril 01, 2012
Las dudas
Hace tiempo que dejé de ir a Misa. Quizá sí coincidió con empezar en serio mi vida con Javi, con venirme de Burgos y dejar la comunidad. Quizá sí coincidió con una búsqueda de mi propio yo, de mi identidad más allá de una Iglesia donde siempre me he sentido cobijada. Pero donde ya no encuentro mi sitio.
Y eso me pasa hoy, Domingo de Ramos. El día en el que Jesús, ese en el que yo SÍ creo, entra en Jerusalén, triunfante, a pocas horas de que los mismos que le adoran, que le reciben con vítores, le entreguen a una muerte horrorosa.
Y hoy me debato entre el ir o no ir a misa. Me apetecía escuchar la Pasión, leer el pasaje que nunca me deja indiferente, que siempre me remueve algo por dentro. No sé si eso es creer o si es simplemente compasión por algo que ha pasado a alguien a quien crees conocer y querer. Y no voy. No voy a Misa conscientemente. Por decisión y por voluntad. Decido quedarme en casa, salir con Javi a dar un paseo y hacer propósito de la enmienda: si ellos no cambian yo no quiero que me junten a su club. Iré esta Semana Santa, iré el jueves a ver los Monumentos al Santísimo. Iré a celebrar los oficios y seré feliz el Domingo de Resurrección. Pero cada vez me siento más lejana de esta Iglesia oficial que persiste en su idea de que lo diferente hay que alejarlo. Yo cada vez estoy más con quien no cabe en el sistema, con quien no encuentra su sitio en este mundo, con quien decide tomar el camino de su libertad con Dios o sin Dios. Porque, si Dios existe, nos quiere libres, tan libres como para que podamos decir que no nos le creemos.
Yo sí le creo, aunque no le rece. Le veo en mis iguales, en mis peques, en mi gente, en mi familia y en el gran regalo de la vida que son mis sobris.
Sí, Dios existe. Yo, al menos, así lo siento.
Y eso me pasa hoy, Domingo de Ramos. El día en el que Jesús, ese en el que yo SÍ creo, entra en Jerusalén, triunfante, a pocas horas de que los mismos que le adoran, que le reciben con vítores, le entreguen a una muerte horrorosa.
Y hoy me debato entre el ir o no ir a misa. Me apetecía escuchar la Pasión, leer el pasaje que nunca me deja indiferente, que siempre me remueve algo por dentro. No sé si eso es creer o si es simplemente compasión por algo que ha pasado a alguien a quien crees conocer y querer. Y no voy. No voy a Misa conscientemente. Por decisión y por voluntad. Decido quedarme en casa, salir con Javi a dar un paseo y hacer propósito de la enmienda: si ellos no cambian yo no quiero que me junten a su club. Iré esta Semana Santa, iré el jueves a ver los Monumentos al Santísimo. Iré a celebrar los oficios y seré feliz el Domingo de Resurrección. Pero cada vez me siento más lejana de esta Iglesia oficial que persiste en su idea de que lo diferente hay que alejarlo. Yo cada vez estoy más con quien no cabe en el sistema, con quien no encuentra su sitio en este mundo, con quien decide tomar el camino de su libertad con Dios o sin Dios. Porque, si Dios existe, nos quiere libres, tan libres como para que podamos decir que no nos le creemos.
Yo sí le creo, aunque no le rece. Le veo en mis iguales, en mis peques, en mi gente, en mi familia y en el gran regalo de la vida que son mis sobris.
Sí, Dios existe. Yo, al menos, así lo siento.
sábado, enero 28, 2012
Tanto tiempo, tantas cosas.
Pensaba, y de nuevo sentí la necesidad de escribirlo, en lo difícil que se me hace desaparecer, volverme invisible cuando yo quiero ser visible. ¿Por qué, entonces, volverme invisible? Porque lo he prometido.
Sé que esto no tiene ni pies ni cabeza. Sé que no hay quien lo entienda (bueno, alguien habrá).
--------------------------------------------- o -------------------------------------------------
Y ya nada es lo mismo sin ti. Y yo muero de pena con tu silencio. Ya no puedo, lo sé, pero te repetiría mis palabras, las ya dichas, una y mil veces.
Y desaparezco. Me escondo. Espero...
Sé que esto no tiene ni pies ni cabeza. Sé que no hay quien lo entienda (bueno, alguien habrá).
--------------------------------------------- o -------------------------------------------------
Y ya nada es lo mismo sin ti. Y yo muero de pena con tu silencio. Ya no puedo, lo sé, pero te repetiría mis palabras, las ya dichas, una y mil veces.
Y desaparezco. Me escondo. Espero...
martes, agosto 30, 2011
Juego
Me han descrito como una jugadora nata. Como alguien que sabe manejar sus cartas de forma que no pierda nunca, como quien maneja el aire a su antojo para que siempre sople favorable y nos llene de sonrisas. Era jugadora. Ahora ya no sé jugar. Ahora las piezas del puzzle, las cartas de la baraja, las fichas del parchís, están todas por el suelo. No sé colocarlo. No sé si quiero colocarlo.
He perdido. Uno, cuando juega, puede ganar o perder. Y yo he perdido. Esta vez el juego ya no es tal, se ha puesto serio. Ahora hay que establecer las normas, los turnos, las reglas y las fichas. Cuando lo tengamos todo empezamos de nuevo. Por el momento... shhhh!!
He perdido. Uno, cuando juega, puede ganar o perder. Y yo he perdido. Esta vez el juego ya no es tal, se ha puesto serio. Ahora hay que establecer las normas, los turnos, las reglas y las fichas. Cuando lo tengamos todo empezamos de nuevo. Por el momento... shhhh!!
miércoles, agosto 17, 2011
Silencio, se siente
La cabeza de pensar quedó en el cole, allí donde se quedan todas las cosas cuando vas de vacaciones, así que ahora no puedo usarla. Por eso, por favor: Silencio. Hoy: se siente...
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