miércoles, marzo 09, 2005

1 año

Todavía vivía en Béjar. Me levanté con la radio y oí que algo estaba pasando en Madrid. Así que después de una ducha puse a calentar la leche y me senté delante del televisor sin ser capaz de tragar una sola miga del desayuno. Sólo podía pensar en... en..... en nada. Y en toda la gente que conozco allí.

Carlos? Joder, Carlos tiene que estar montado en uno de esos putos trenes. Dios!! Carlos? Carlos? Y marco el 619...... y la voz de Movistar me dice que está fuera de cobertura. Joder joder joder!!! Un mensaje con acuse de recibo es la única forma de sobrevivir a los nervios; sabré de Carlos tan pronto como conecte el móvil, si es que no está allí. Y llamo a Javi y lo coge cuando sale de la ducha con la absoluta tranquilidad de quien no sabe nada, pero comienza el miedo: joder, Cris -me dice- ahí tienen que estar compañeros míos! Ya, Javi, pero yo no encuentro a Carlos, le digo con la voz entrecortada y las lágrimas ya más dentro que fuera. Y hasta ahí lo que recuerdo. Eso y sus "gracias por llamar, cariño". Y vuelvo a llamar a Carlos. Jodeeeeeeeeer Carlos, conecta el puto teléfono, por favor, estáte bien!!! Y llamo al chiquitín, que duerme y se tira de la cama cuando se entera. Corre, también, a la tele. Pero está bien. Sólo queda esperar... Y llega ese mensaje confirmándome que ha conectado el teléfono (ufff, qué alivio) y me llama tan pronto como llega a trabajar. Oir su voz me relajó. Pero los días se llenaron de angustia.

Todavía hoy se me llenan los ojos de lágrimas.

No olvidamos. Las imágenes y la angustia siempre quedan con nosotros...

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