En ocasiones ponemos a la gente en un pedestal que el tiempo (y normalmente no mucho) se encarga de destruir. Y de ahí pasamos a la sensación de la decepción, al "esto no me lo esperaba de ti". No suele ser culpa de quien en principio parece habernos abandonado, sino, más bien, de quienes les hemos subido a su pedestal.
Adviento sigue invitándome, como hace muchos años, a nacer de nuevo. Si lo hice una vez, por qué no ésta?
Seguimos en camino en el Camino, la Verdad y la Vida, sólo así llegaremos.
6 comentarios:
El tiempo pone a cada uno en su sitio, dice la sabiduría popular.
Sólo ponemos poner en un pedestal a Dios, que es quien nunca nos decepciona.
Ya, pero a veces se nos olvida y confiamos de más en gente que no vale tanto la pena. Yo siempre tengo las expectativas altas y, claro, así vienen luego los golpes (cuanto más subas más dura será la caída) (aunque a mi no me da miedo caer, me da miedo no vivir yendo a por todas...)
Toda la razón del mundo.
La culpa de muchas de las decepciones que nos dan los demás es la que tu dices.
Hay momentos en los que pienso que la mejor forma de evitar ese tipo de decepciones es el no esperar nada de nadie. Entonces siempre son sorpresas agradables :)
Tio Matt, el no esperar nada de nadie nos lleva a no abrirnos tampoco a nadie... mal asunto.
Crispi, espero que no sea por mi, se que estoy descuidandote mucho, pero sabes que te quiero un monton.
Un beso
Tú no me decepcionas, chiquitín, sólo me preocupas...
Tio Matt, el no abrirse es una opción que me he propuesto algunas veces (sobre todo tras algún golpe más gordo que otros) pero al final, sin saber ni cómo ni porqué, siempre acabo cayendo en el mismo "error": confiando...
Pero qué bonita es la vida así, verdad?? :p
Ah, por cierto, te dijo el capitán que estoy muy enfadada contigo?? jejeje
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