Hace un par de años en Taizé encontré a Fidel, un chico guatemalteco encantador, al que adoro. Estaba en Valencia en aquella época, en el seminario. Y recuerdo las conversaciones tan interesantes que tuvimos sentados en la hierba de aquel lugar mágico, recuerdo cómo íbamos de la mano (metaforica y literalmente) en todos los momentos desde que nos encontramos y como los ojos del otro nos hacían de espejo.
Apenas fue una semana, pero hubo conversaciones tan profundas que no tengo la seguridad de haberlas mantenido con más de tres personas quizá a lo largo de mi vida. Y eso nos unió. Y luego se fue, y se fue lejos: a su casa. Allí continua con el seminario y seguro que haciendo feliz a mucha gente.
Hace poco he oido (todos lo hemos hecho) lo de Guatemala, hemos visto cómo pueblos enteros han quedado sepultados por el lodo. Y yo no sabía nada de él. Tampoco le había escrito, aunque había hablado mucho de él con amigos míos y me había prometido hacerlo (Cristina desastrito, me debería llamar yo) hasta que hoy me sorprendió una niña rubita con sonrisa angelical llamada Judith, la mejor amiga de Fidel, diciéndome que Fidel está vivo. Joder, no me lo había planteado así: es cierto, podía no estarlo....
La cosa es que lo está, y yo estoy feliz por ello... Y porque siempre le he sentido cerca, tanto que no creo que pase semana sin que me haya acordado de su cara y de cómo él actuaría en algunos momentos o lo que me diría.
Y es que le quiero... y dibuja en mi una sonrisa, para siempre, como los amigos... :-)
1 comentario:
Me alegro un monton, monstruito.
Se que ultimamente estoy un poco a por uvas (¿donde habre oido esa expresion?), pero aunque te cuide poco te quiero mucho.
Un beso.
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