Para qué
Para qué voy a seguir intentándolo si ya no quieres verme. Si has decidido que nunca te reflejarás de nuevo en mi, que no brillaremos juntos. Para qué te voy a llamar si decides crees que mentir es la mejor forma de seguir vivo, si piensas que la libertad es hacer lo que te dé la gana sin contar conmigo. Para qué voy a seguir luchando por tus manos si prefieres acariciar otras pieles. Para qué seguir hablando de algo que nunca tuvo más sentido que el del amor más ilógico que nunca existió. Para qué, dime para qué quisiste cruzar tu camino con el mío y llenarlo de mentiras, dime para qué. Explícame, si el tiempo no te lo impide, si no estás ocupado llenando tu espacio de caricias falsas (sabes que sólo a mi me acariciaste de verdad) por qué decidiste ponerlo fin. Por qué empezaste a engañarte creyendo que las mentiras me las decías a mi. No es cierto que el amor no exista. No es cierto que no estás enamorado. Pero sí lo es tu cobardía. Sí lo es el no ser capaz de luchar. Sí lo es el miedo... Tú sabrás. Llegará el momento en el que te des cuenta de lo que perdiste, el día en el que tus sueños se estrellen contra un muro parecido contra el que tiraste los míos. Tú sabes el por qué, y el para qué, y sabes las preguntas, y sabes las respuestas. Lo sabes todo. Pero decides que mirar al futuro no es algo que quieras hacer. Y sigues mintiendo. Empezaste con tu nombre y seguiste con tu edad. Y a partir de ahí comenzaron las paredes, las distancias, el no poder dormir abrazados. A partir de ahí comenzó una historia que debió haber acabado antes incluso de que nos encontráramos en la vida. Antes de que me rozaras la mano o decidieras que mi cintura era un buen lugar donde apoyar tus manos, antes de que me preguntaras si podías besarme, antes de que nos cruzáramos en aquella calle, antes de la primera cerveza o el primer cigarro. Mucho antes.
Pero no paró, y ahora... ahora recogeré los pedacitos que hiciste, y buscaré la forma de hacer el puzzle, tratando de unir las piezas que me voy encontrando tiradas encima de la alfombra en la que un día nos sentamos. El día que lo haga, el día que encuentre todo lo que te llevaste de mi alma ese día... te seguiré queriendo...
Pero no paró, y ahora... ahora recogeré los pedacitos que hiciste, y buscaré la forma de hacer el puzzle, tratando de unir las piezas que me voy encontrando tiradas encima de la alfombra en la que un día nos sentamos. El día que lo haga, el día que encuentre todo lo que te llevaste de mi alma ese día... te seguiré queriendo...
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