domingo, abril 01, 2012

Las dudas

Hace tiempo que dejé de ir a Misa. Quizá sí coincidió con empezar en serio mi vida con Javi, con venirme de Burgos y dejar la comunidad. Quizá sí coincidió con una búsqueda de mi propio yo, de mi identidad más allá de una Iglesia donde siempre me he sentido cobijada. Pero donde ya no encuentro mi sitio.

Y eso me pasa hoy, Domingo de Ramos. El día en el que Jesús, ese en el que yo SÍ creo, entra en Jerusalén, triunfante, a pocas horas de que los mismos que le adoran, que le reciben con vítores, le entreguen a una muerte horrorosa.

Y hoy me debato entre el ir o no ir a misa. Me apetecía escuchar la Pasión, leer el pasaje que nunca me deja indiferente, que siempre me remueve algo por dentro. No sé si eso es creer o si es simplemente compasión por algo que ha pasado a alguien a quien crees conocer y querer. Y no voy. No voy a Misa conscientemente. Por decisión y por voluntad. Decido quedarme en casa, salir con Javi a dar un paseo y hacer propósito de la enmienda: si ellos no cambian yo no quiero que me junten a su club. Iré esta Semana Santa, iré el jueves a ver los Monumentos al Santísimo. Iré a celebrar los oficios y seré feliz el Domingo de Resurrección. Pero cada vez me siento más lejana de esta Iglesia oficial que persiste en su idea de que lo diferente hay que alejarlo. Yo cada vez estoy más con quien no cabe en el sistema, con quien no encuentra su sitio en este mundo, con quien decide tomar el camino de su libertad con Dios o sin Dios. Porque, si Dios existe, nos quiere libres, tan libres como para que podamos decir que no nos le creemos.

Yo sí le creo, aunque no le rece. Le veo en mis iguales, en mis peques, en mi gente, en mi familia y en el gran regalo de la vida que son mis sobris.

Sí, Dios existe. Yo, al menos, así lo siento.

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