Lo que decía: menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Adiós, Alber, adiós aunque me duela pensarlo, adiós aunque te eche de menos, adiós porque no nos entendemos en la distancia aunque sí en las distancias medias (lo de las cortas queda para nosotros), adiós porque no nos podemos entender, adiós porque lo que para mi es la raiz fundamental de mi vida para ti es sólo una gran mentira, adiós aunque hoy no quiera irme a la cama porque no he hablado contigo, adiós...

Todo se acabó con una llamada de teléfono tras un fin de semana de los que salen en las pelis de Meg Ryan. Todo se acabó tras una distancia que no fue tal, tras un momento de confusión y caras largas. Todo se acabó tras una sesión de cosquillas y miradas cómplices. Todo se ha acabado ya.

Ahora sí: ahora lo hemos hablado y hemos decidido que hasta aquí, es una decisión conjunta tomada como se deben hacer las cosas: con la cabeza fría. A pesar de que le haya mandado un mensaje que no debió haber salido de mi teléfono. Pero esta vez sé que es lo mejor, que de nada vale estar con alguien con quien no te entiendes, de nada vale jugarse el tipo en la carretera por una relación que no va a llegar a ningún sitio.

Pero le he vuelto a "admitir" en mi agenda, ahora sí... creo que ha sido el mejor paso que podíamos dar: ser lo que nunca fuimos: amigos (¿?) y a partir de ahí luchar por lo que nos interese estando cerca, que no juntos...

Y, una vez más, como para creermelo, lo digo: adiós Alber...