sábado, enero 27, 2007

Los fantasmas de alguien que compartió conmigo algo de tiempo todavía siguen pululando por mi habitación y encendiendo mis luces (en este caso las rojas de alarma por todavía echarle de menos) Me fastidia seguir pensando en él, pero es que sigo teniendo la sensación de que no está bien cerrada la herida. Hace apenas un mes estábamos planeando una escapada mía a verle a su piso nuevo y, de repente y sin dar explicaciones (como siempre entre nosotros) nos volvemos humo que se va por la chimenea en estos días de invierno. Reconozco que le he vuelto a mandar un mensaje, que he intentado que volviera a entretenerme (reconozco, también, que le echo de menos porque no tengo nada "mejor" que hacer) y no lo he conseguido, así que he decidido estar molesta porque él ni ha mandado un mensaje para preguntarme qué tal estaba todo por aquí y cómo llevaba el tener que conducir todos los días pasando la Pedraja con el temporal de nieve (tan preocupado siempre porque tengo que andar con el coche y que siempre me riñe por ir a velocidades más rápidas de las que requiere la vía, no sé por qué no le preocupa la nieve que ha caído)

El otro día (el jueves pasado) una chica de la comunidad se enfadó mucho conmigo. Se veía venir, pero nadie pensó que perdería las formas de esa manera. Perdió ella la guera contra los de la comu (su presencia distorsiona bastante, es la típica que no sabe estar callada nunca, que tiene un tono de voz desagradable y varias lindezas por el estilo), perdió su guerra contra ella misma (se sintió francamente mal después) y perdió su guerra contra mi porque yo no entré a vocear ni darle coba o avivar el fuego. Pero también perdí yo; me vi recordando los peores momentos del curso pasado con la loca (mi compañera de piso) y me sentí bastante mal. Volví a estar fuera de mis casillas, con ganas de llorar y mandar a la nena esta a freír monas (por ser amable) Me siento un poco más fuerte, un poco más grande: estuve callada cuando me mandó a tomar por el culo en italiano y, más tarde, cuando se salió de la sala dando gritos mientras yo hablaba, y luego no arriesgué a hablar con ella diciéndole cosas que pudieran herirle. En ese sentido he crecido, pero todavía tengo que conseguir que mi tabla no se mueva tanto con el oleaje.

4 comentarios:

Yayo Salva dijo...

Todo es cuestión de tiempo, de encontrar elementos sustitutorios y de explorarlos sin reservas. La historia personal pesa, por supuesto, pero el futuro siempre es más atractivo. Saludos cordiales.

El Tio Matt dijo...

Ya se te pasará.
Cualquier día de estos vendra alguien que lo eche de tu cabeza.
Y con a la pedorra esa ni caso, mira que meterse contigo...
Dame su direcciópn y se enterará... :D

C. Muñoz dijo...

El asunto principal de una novela, casi nunca tiene nada que ver con el título. Por eso, la vida ni se escribe de antemano, ni se predicen sus nudos. Eso sí, todos sabemos el desenlace. Sería aburidísimo saber lo que va a ser de lo gordiano. Se prefiere como una aventura del espíritu ... que sopla cuando quiere y donde quiere, o sea ¡sorpresa! Vaya tontería, pero a estas horas y hecho unos zorros ...

Cris dijo...

El futuro, Yayo, siempre se dibuja con una sonrisa.

Tío Matt, la pedorra esa es, como tú bien dices, una pedorra. Mejor no le daremos más cancha, te parece?? ;)

C.Muñoz... mejor no te digo lo que pienso de tu entrada, verdad?? jajaja

Besos a los tres!!